«Me regocijo inmensamente en Su grandeza y me alegro de que soy tan pequeña, ya que siendo tan pequeña, Él me carga en sus brazos y me aprieta a Su corazón«
Santa Faustina Kowalska
Sor Faustina Kowalska nació el 25 de agosto de 1905 en Glogoviec, Polonia y fue bautizada como Elena Kowalska a los dos días de su nacimiento; desde muy niña supo que su misión en la tierra era ser religiosa, despertaba a orar en la madrugada, pero sus padres no entendían lo que ocurría. La pequeña Elena recibió los sacramentos de la Confesión y la Comunión cuando tenía nueve años, ingresó al colegio a los doce, pero no pudo terminar pues en 1919 todos los estudiantes mayores tuvieron que dejar la escuela para dar espacio a niños menores. Entonces empezó a trabajar como empleada doméstica, sintió nuevamente el llamado de Dios, pero sus padres no la apoyaron.

Una noche de fiesta con su hermana Josefina, vio a Jesús a su lado con heridas en su rostro, ahí comprendió que el Señor aún la estaba esperando. Sin despedirse de sus padres, se dirigió a Varsovia e ingresó a la Casa Madre de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia donde trabajó como empleada durante un año para pagar su estadía; quiso dejar el convento, pero nuevamente se le apareció Jesús con muchas heridas y le pidió que no lo hiciera.
El 30 de abril de 1926 – después de mucha oración, trabajo e inconvenientes de salud – Elena recibe el nombre de Sor María Faustina en el convento de Cracovia-Lagiewniki, donde continuó toda su misión y sirvió como jardinera, cocinera y hasta portera; en sus labores diarias Jesús le mostró muchas visiones, la llevó al Purgatorio, al Infierno y le pedía que orara por sus almas. También le mostró el cielo. Todas sus experiencias las plasmó en un diario que ha sido traducido a varios idiomas.
La Historia de la Divina Misericordia

En 1931, Jesús se le aparece a Sor Faustina en su habitación y le pide que pinte un cuadro con su imagen, así lo describe la santa en su diario: “Al anochecer, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido. Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: ‘Jesús, en ti confío’. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y luego en el mundo entero”. También relata como Jesús le explicó que “Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas”.
El cuadro fue pintado por Eugenio Kazimirowski, pero Sor Faustina no estaba feliz pues decía que no mostraba la belleza del Señor; fue pintado nuevamente en 1942 por encargo de la congregación por Estanislao Batowski, pero este fue quemado durante la insurrección. La imagen que hoy conocemos y veneramos los católicos es una obra del pintor Adolfo Hyla.
Las tres tareas en la misión de Faustina
- Acercar y proclamar al mundo la verdad revelada en la sagrada escritura sobre el amor misericordioso de Dios.
- Alcanzar la misericordia de Dios para el mundo entero, en especial a los pecadores, por medio de la práctica de las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia.
- Inspirar un movimiento apostólico de la Divina Misericordia que ha de proclamar y alcanzar la misericordia de Dios para el mundo y aspirar a la perfección cristiana.
Su salud se deterioró con el tiempo y sus angustias y sufrimientos interiores eran cada vez más fuertes, la tuberculosis invadió su cuerpo, afectando el sistema digestivo y los pulmones, por lo que fue llevada al hospital de Pradnik en Cracovia. El 5 de octubre de 1938, con cansancio físico pero entregada a Dios, falleció a los 33 años. El Papa Juan Pablo II la beatificó el 18 de abril de 1993 y la canonizó el 30 de abril del 2000.