La Basílica vaticana fue el epicentro en el que su santidad, el Papa Francisco, presidió la Eucaristía solemne de apertura del Sínodo de los obispos de la Amazonia.
Emisora Mariana les presenta 5 claves de reflexión, sobre las cuales el Sumo Pontífice ha enfatizado en su emotiva homilía y mediante las cuales ha interpelado a todos los obispos e invitados especiales a este evento eclesial de relevancia, no sólo para Iglesia, también para el mundo entero, particularmente para los países amazónicos:
- Detalles del sínodo
El Sínodo empezó este domingo 6 de octubre y va hasta el 27. El lema de este «Caminar juntos» (Eso significa sínodo), marca el norte y la intencionalidad de este evento eclesial tan grande e importante para la Iglesia, y particularmente, para los pueblos amazónicos: «Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral». En este sínodo participarán los obispos de los nueve países cuyas jurisdicciones abarcan partes de la Amazonía: 4 de Antillas, 12 de Bolivia, 58 de Brasil, 15 de Colombia, 7 de Ecuador, 11 de Perú y 7 de Venezuela; también participarán 13 jefes de dicasterios de la Curia Romana (Dicasterio es la denominación que se utiliza para referirse a los departamentos u organismos especializados de la Curia Romana), 33 miembros nombrados por el Papa, 15 elegidos por la Unión de Superiores Generales, 19 miembros del consejo presinodal, 25 expertos, 55 auditores y auditoras, 6 delegados fraternos y 12 invitados especiales.

2. La misión de los obispos es esencial
Con base en el espíritu de san Pablo, el misionero por excelencia y en particular en las Palabras a Timoteo, en las que reafirma la misión de los servidores de nuestra Iglesia, el Papa hace un llamado fuerte a los obispos y cuestiona su tarea como servidores de la comunidad: «Somos obispos porque hemos recibido un don de Dios. No hemos firmado un acuerdo, no nos han entregado un contrato de trabajo “en propia mano”, sino la imposición de manos sobre la cabeza, para ser también nosotros manos que se alzan para interceder y se extienden hacia los hermanos. Hemos recibido un don para ser dones. Un don no se compra, no se cambia y no se vende: se recibe y se regala. Si nos aprovechamos de él, si nos ponemos nosotros en el centro y no el don, dejamos de ser pastores y nos convertimos en funcionarios…».

3. reavivar el don, “dar vida al fuego”
Después de haber reflexionado sobre el sentido más profundo de lo que significa «reavivar» el don, el Papa afirma: «Es fuego de amor que ilumina, calienta y da vida, no fuego que se extiende y devora. Cuando los pueblos y las culturas se devoran sin amor y sin respeto, no es el fuego de Dios, sino del mundo. Y, sin embargo, cuántas veces el don de Dios no ha sido ofrecido sino impuesto, cuántas veces ha habido colonización en vez de evangelización. Dios nos guarde de la avidez de los nuevos colonialismos. El fuego aplicado por los intereses que destruyen, como el que recientemente ha devastado la Amazonia, no es el del Evangelio. El fuego de Dios es calor que atrae y reúne en unidad».

4. Dar testimonio
En la homilía, el Papa también hizo referencia al testimonio que construye, que edifica, que une, que lleva a dar la vida y afirma que san Pablo: «Pide testimoniar el Evangelio, sufrir por el Evangelio, en una palabra, vivir por el Evangelio. El anuncio del Evangelio es el primer criterio para la vida de la Iglesia: es su misión, su identidad. Poco después Pablo escribe: «Pues yo estoy a punto de ser derramado en libación» (4,6). Anunciar el Evangelio es vivir el ofrecimiento, es testimoniar hasta el final, es hacerse todo para todos (cf. 1 Cor 9,22), es amar hasta el martirio. Agradezco a Dios porque en el Colegio Cardenalicio hay algunos hermanos cardenales mártires, que han probado, en la vida, la cruz del martirio».

5. Llevar la consolación liberadora del Evangelio y la caricia de amor de la Iglesia.
Finalmente, el Papa animó a todos los participantes a dar el sentido más genuino del evangelio a este Sínodo: «Muchos hermanos y hermanas en Amazonia llevan cruces pesadas y esperan la consolación liberadora del Evangelio y la caricia de amor de la Iglesia. Tantos hermanos y hermanas en Amazonia han gastado su vida. Permitidme de repetir las palabras de nuestro amado Cardenal Hummes. Cuando él llega a aquellas pequeñas ciudades de Amazonia, va a los cementerios a buscar la tumba de los misioneros. Un gesto de la Iglesia para aquellos que han gastado la vida en Amazonia. Y después, un poco de astucia, dice al Papa: “No se olvide de ellos. Merecen ser canonizados”. Por ellos, por estos que están dando la vida ahora, por aquellos que han gastado la propia vida, con ellos, caminemos juntos«.
