Imágenes: Incesantes bombardeos del régimen sirio y de su aliado ruso cayeron entre abril y agosto sobre la provincia de Idlib. / AFP
Redacción: Laura Ximena Rivas
Con una tabla de madera y una bolsa repleta de títeres, Walid Abu Rashid intenta devolver la felicidad a niños que habitan al sur de Idlib, una zona de Siria diezmada por el yihadismo.
El joven de 26 años extrae todas sus expresiones artísticas para ver sonreír a niños que han sido víctimas del conflicto bélico. Con una peluca amarilla, un amplificador de sonido y por supuesto, su teatro ambulante, logra cambiar la perspectiva de infancia con la que han crecido.
Después de la escuela, estos pequeños se sientan entre rocas que han dejado las guerras y maravillados empiezan a aplaudir. “¡Qué dulce es vivir en paz y amor!”, cantan y repiten en medio de las ruinas, sus corazones pausan la realidad y exponen su plenitud con carcajadas y rostros dichosos.

Walid, inició realizando esta admirable labor en un campo de desplazados del norte de Latakia, motivo que le dio impulso para continuar actuando en cada lugar de Siria que pudiera.
Expresa que su sueño siempre fue estudiar en el Instituto Superior de Arte Dramático en Damasco, incluso, en 2011 recibió el premio a mejor actor de teatro en Idlib. Sin embargo, decidió apoyar la revolución y unir sus fuerzas para manifestar por el cambio de la nación que lo ha albergado desde siempre, pero, que también ha dejado, en ocho años, 370.000 muertos.

«El teatro no puede enviar un mensaje bajo un régimen represivo» afirma, mientras da todo de sí mismo, para alegrar el día de cientos de niños.