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Por Juan Andrés Erazo Guillott

Luego del desastre nuclear de proporciones catastróficas en la planta atómica entonces perteneciente a la Unión Soviética y ubicada en la actualidad en Ucrania en donde la vida salvaje ha vuelto a sus orígenes. No obstante, el tiempo no perdona y la antigua ciudad llena de ilusiones se remitió a escombros que solo son habitables para el recuerdo, dadas las condiciones de la infraestructura y los niveles de radiación que allí prevalecen.

La soledad humana se contrarresta con la reaparición de especies endémicas de la zona, además de los descendientes de algunas de las mascotas que se quedaron en el lugar cuando sus dueños tuvieron que huir, entre esta cifra se encuentran cerca de 600 y 500 perros y gatos que pasaron a ser la mayor parte de animales avistables en la hoy ciudad fantasma.

Sin embargo, a pesar de ser las especies más numerosas no son las únicas que viven en el sector, animales como: osos, bisontes, lobos, linces, caballos de Przewalski (una especie en vías de extinción), y unos 200 tipos de aves habitan la zona del trágico incidente.

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Ante la presencia de estos animales y su estilo de vida que es igual al de sus especies en otras partes del mundo surge la pregunta, ¿frente estas circunstancias de subsistencia tan atópicas, han surgido mutaciones físicas o conductuales en los animales que habitan la zona?

Pues sorprendentemente, un estudio llevado a cabo por el doctor en Biología Germán Orizaola sacó a la luz que no existen cambios abruptos registrados en tiempos recientes, sin embargo, si hay evidencias de rasgos adaptativos leves como el de la coloración en tonos más oscuros de las ranas de la zona, presumiblente para protegerse de la radiación.

No obstante, las aves también parecen tener algunos efectos negativos, como daños en su sistema inmune, aumento de albinismo y alteraciones genéticas, factores que a pesar de todo no alteran su reproducción.

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Estudios como el de Orizaola, retratan la crudeza del ser humano respecto a las demás especies, pues en perspectiva es superior el deterioro de la naturaleza cuando existe la presencia humana con actividades que reproducen labores como la caza, la pesca, la contaminación, entre otros. Al daño que se ha evidenciado luego del mayor accidente nuclear en la historia de la humanidad.

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