Por: Tiffany Martínez González
Hace 111 años nació en Otwock, Polonia, Irena Sendlerowa. Esta mujer fue una apasionada por ayudar a los demás y gracias al ejemplo humanitario de su padre y a la situación que atravesaba el país en su juventud, decide convertirse en trabajadora social.
Sendlerowa inició sus estudios en la Universidad de Varsovia y se destacó por alzar su voz ante las injusticias de su entorno, a tal punto que, por defender la posibilidad de la participación de los judíos en la educación superior, fue suspendida por la entidad educativa y tuvo que dejar sus estudios durante 3 años.
Cuando la situación en Polonia se complica y los nazis invaden el país, Irena era la administradora superior del Departamento de Bienestar Social de Varsovia y allí, junto a sus compañeros, gestiona dentro de los comedores sociales del lugar, bienes como medicamentos, ropa, utensilios y demás, a la población judía que era perseguida durante este tiempo. Gracias a su ingenio, los alemanes no se acercaban al lugar debido a que registraban a los judíos con nombres católicos y los reportaban como personas que padecían enfermedades de alto contagio.
Es así que, cuando los nazis establecen lo que fue conocido como “El gueto de Varsovia”, Irena Sendlerowa, junto a 24 mujeres y un hombre, comienza a ayudar a los niños judíos y poniendo en riesgo su vida forma el Consejo para la Ayuda, Zegota; esto con un solo fin, ayudar a salir la mayor cantidad de infantes del lugar en el que murieron más de 100.000 personas.

Seleccionándolos, escogía a los niños que físicamente podían hacerse pasar por polacos cristianos. A los más pequeños los adormecía con medicamentos para evitar que los descubrieran. Los ocultaba entre los adultos que entraban y salían del gueto, en cajones de madera, sacos y hasta en el tranvía. Sendlerowa hizo esto con más de 2500 niños y los registró en una lista, la guardo en un frasco y lo enterró en la casa de una amiga.
En 1943, la polaca es descubierta por los nazis, la arrestan y torturan para que revele los nombres junto la ubicación de los niños rescatados, pero como ella se niega a hacerlo, le rompen las piernas y la sentencian a muerte. Irena logra escapar gracias a que un guardia polaco la deja ir un día antes de ser asesinada.
Sendlerowa permaneció en el anonimato después de su fuga y siguió ayudando socialmente durante la Segunda Guerra Mundial y posterior a esta. Fue nominada al Nobel de la Paz y aunque no se le otorgó, a sus 98 años, esta mujer afirmó que la justificación de su existencia había sido la vida de cada niño que salvo y no un título de gloria.