Imagen: Vista exterior Monasterio de Santa Clara- Bogotá. Foto: Camila Mestra.
Por Camila Andrea Mestra Correa. camilamestra98@gmail.com
-20 de marzo de 1212
Falta poco para las 12 de la madrugada y es oscura la noche. Aun así, se ha puesto su mejor vestido tratando de sobrellevar la tensión y el miedo que están a flor de piel. Ella ya se ha decidido, no hay vuelta atrás, la están esperando…ÉL la está esperando.
Con cuidado de no ser vista por nadie por temor a que la encierren y se vean frustrados sus anhelos, atraviesa con premura los pasillos de su casa. El valor aumenta cada vez más dentro de sí. Es consciente de la vida que está a punto de dejar y la única forma de salir es por la puerta de los muertos. Esa por la que no debería salir nadie a menos de que se trate de un difunto.
Pero con una fuerza sobrenatural, que no es propia de una jovencita de 18 años, retira las pesadas piedras y todas las trabas que le impiden su salida. Desbloquea la puerta, son las 12 en punto, y al salir…muere a sí misma.
La noche es clara, clara como el día, clara como ver el mundo por primera vez. Y así, Clara volvió a nacer para una nueva vida. Entonces con paso firme se aleja para nunca más volver.
809 años después…
-8 de agosto de 2021:
A las 8 de la mañana el lugar es aberrantemente frío, pero se percibe el olor a un nuevo amanecer. Hay un ambiente de esperanza en la atmósfera tanto para los que van de visita como para las 22 mujeres que viven ahí.
El primer paso es la misa, así que, al entrar me percato de que es una capilla amplia y que no ostenta grandes extravagancias, más bien, la sencillez y lo solemne es lo que la hacen bella.
Durante la ceremonia se escuchan las voces de aquellas damas pobres que yo tenía tanta curiosidad de conocer. Sus cantos adornaban partes de la liturgia, y cuando llega el momento de la comunión las veo. Las hermanas están en una sala diferente que tiene una reja de aproximadamente 3 metros, eso las mantiene separadas como tesoros custodiados. También me doy cuenta de que cada esquina de la tarima donde está el altar de la iglesia está custodiada por Santa Clara, San Francisco de Asís, la Santísima Virgen y San José respectivamente.

En una visita al Monasterio de Santa Clara, las primeras personas a conocer son las hermanas externas. Ellas son las que tienen contacto con los visitantes, se encargan de los recados (ya que las otras hermanas no salen sin autorización), y venden artículos religiosos en una pequeña ventanilla conjunta a la capilla.
A la salida de la misa de esa misma mañana conocí a las externas del monasterio, las hermanas Teresita y Josefina, dos mujeres bajitas de estatura y entradas en edad que gozan de espíritu joven lo que las hace muy grandes en diligencia. Siempre están dispuestas a servir con amabilidad, y, de hecho, la hermana Teresita es quien me colabora para conseguir la entrevista.
Al día siguiente…
-9 de agosto de 2021
A las 2 de la tarde está tibio y tiene un toque acogedor.
La tranquilidad y la paz del lugar sobrecogen el corazón y se percibe una sensación de seguridad. Aunque, sin importar la hora, el día, o el visitante, siempre hay dos constantes en el Monasterio: la quietud y el silencio. Estas dos actitudes implican un esfuerzo físico, teniendo en cuenta el bullicio, el ajetreo y la velocidad del mundo, pero vienen siendo un requisito interior para el visitante, pues se necesita el silencio para agudizar los sentidos y el espíritu.
Cuando llego, la hermana Teresita está barriendo y trapeando la entrada del claustro, me ve, y se va en búsqueda de la entrevistada. Entonces llega el momento, son las 3 de la tarde y la hermana Teresita me hace pasar a la sala más grande del locutorio. El locutorio es el espacio que está dispuesto para las visitas y la interacción entre las hermanas y las personas. Este cuenta con 2 pequeños salones y una sala general más amplia, cada sala tiene una mesa y sillas. Nuevamente, las salas están divididas internamente por una reja. Tras esa reja hay un pasillo, también con sillas, por donde aparecen mis entrevistadas.

Foto: Camila Mestra.
¿Qué pasará? ¿Cómo será ese encuentro con las mujeres de claustro y libertad?
La continuación de esta crónica en una siguiente entrega de “Encuentros de fe”, espérala.
Excelente narración. María Camila.Vas a ser una gran Comunicadora. Bendiciones de una colega.
Ana Cecilia Angola Rossi.