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Luis Daniel Londoño. prensa@emisoramariana.org

Recuerdo que, en algún momento, alguien me preguntó “¿Qué hago para tener paz interior?” No contesté de inmediato, porque me ha parecido una tarea muy delicada y pensé que era muy arriesgado dar una respuesta al instante.

Después de unos minutos, le dije ¿Sabes? es la capacidad de silencio, la que poco a poco te puede dar paz interior. Me repuso “¿Silencio? ¿Guardarse todo? ¿Quedarse callado?” Le respondí, no, absolutamente no.

Te invito a hacer un recorrido, para que, desde la reflexión, pensemos que la paz interior sí es posible, aunque se necesita decisión, querer empezar, aventura y capacidad de conquista. La paz es un bien mayor al que vale la pena apostarle.

  1. El silencio, un gran aliado

Pero… no cualquier silencio. Es concebirlo como esa capacidad que el ser humano tiene para la reflexión y el análisis, de hecho, cuando se recurre al sacramento de la confesión, por lo general, se guarda silencio para hacer un buen examen de conciencia. En este paso, la persona de fe se puede plantear tres preguntas de base: ¿Qué está perturbando mi paz interior? ¿Qué situaciones dependen de mí? ¿Qué deseo que Dios obre en mí? El tiempo de cuaresma, que es un largo caminar por el desierto, es una oportunidad maravillosa para hacer un alto en el camino y pensar en estos interrogantes. Para acompañar este momento, puedes meditar algunos textos bíblicos o pasajes de lecturas espirituales que te puedan ayudar.

2. La paz interior, es más que un estado emocional casual

Este aspecto es clave. La diferencia entre el concepto de paz interior cristiana y de ciertas ofertas comerciales (Yoga y/o Reiki), radica en que la paz vista desde la espiritualidad cristiana no se paga, no es un artículo de la sociedad de consumo y, además, tampoco es un simple estado emocional casual.

Al haber respondido los interrogantes del primer paso, estarás listo para empezar, poco a poco, a buscar esa paz interior que tanto anhelas. La única pregunta, en este segundo momento, que te impulsa a hacerlo sin miedo es ¿Estoy dispuesto a empezar y a vencer los miedos?

Esta paz interior, entendida como una conquista diaria, iluminada por la acción del espíritu, va moldeando la voluntad, el pensamiento, la razón, el entendimiento, las costumbres, las acciones, los comportamientos, los instintos, las emociones, hasta lograr el estilo de vida plasmado en el seguimiento de Jesucristo y su palabra, en comunidad, en este caso, en la Iglesia católica.

La paz interior se nota, se palpa, se transmite, enamora, marca la diferencia. No significa que sea perfecta, pero sí, en continuo crecimiento y que pasará, sin duda alguna, por noches oscuras y pruebas permanentes; y lo más bello, cuando han pasado los años vas acumulando un rico tesoro que te llevará a exclamar ¡Ha valido la pena vivir! ¡He permitido que Dios haga su obra en mí!

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3. La oración, gran compañera de camino

Es importante aclarar, que no se trata de esa oración rutinaria, hecha a las carreras y prisionera de las premuras del tiempo o de la tediosa rutina.

Recurro a la forma tan esplendorosa como san Agustín concibe la oración: “La oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él” (De diversis quaestionibus octoginta tribus 64, 4).

La oración no se podría ubicar en un simple esquema del rezandero y el que escucha, sino en términos de encuentro: Dios se encuentra conmigo, yo me encuentro con Dios; por tanto, la oración no es una terapia, no es algo momentáneo, ésta es fiesta, gozo, abrazo, apertura, gracia, es fundirse en el amor de Dios.

Las oraciones que aprendiste desde niño te pueden servir, pero hechas en una nueva dimensión, la del abandono en Dios y en la aceptación de su presencia diaria en nuestra vida. La pregunta inmediata es esta: ¿Estoy dispuesto (a) a entrar en esa nueva dinámica de la oración para entretejer la paz interior? Cuaresma es un buen momento para recomenzar.

4. La paz interior, no es solamente interior

La paz interior no es una conquista egoísta. La paz interior es para disfrutarla y compartirla. La paz interior va haciendo que superes esas amarguras, esos mal genios, los complejos y frustraciones, y descubras que Dios te ama y ese amor te guía para impregnar de su aroma todo lo que hay alrededor. La intención de la cuaresma es la dedicar este tiempo especial para celebrar la verdadera vida en la pascua. Es decir, con Cristo vamos a dar ese paso del hombre viejo, crucificado, a un hombre nuevo.

La paz interior no es una cuestión intimista, no es una relación cerrada entre tú y Dios. Esa paz es vivir la alegría de la mujer del evangelio que ha encontrado la moneda perdida, y va a compartir su gozo con las vecinas o del retorno del hijo pródigo que, tras un momento de silencio profundo y reflexión, es capaz de ponerse en camino y regresar a la casa de su padre.

¿Quieres conquistar la paz interior? Ánimo, recomienza el camino.

Por Luis Daniel Londoño Silva

Máster en Violencia Doméstica y de Género. Licenciado en teología, escritor y comunicador.

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