La Favorita es el reflejo vivo de la transformación que puede sufrir un sector a causa del olvido de un Estado. Las problemáticas sociales tienen diferentes aristas que, sin ser unas más importantes que otras, suprimen la identidad de cualquier población si estas no son tratadas.

Por Juan Sebastián Méndez Hincapié

Hedor a gasolina, fritanga y aceite quemado, buhoneros y traficantes vociferando en la vía pública, motos estacionadas a lo largo de los andenes y calles, estanterías con lujos importados, vallas publicitarias, cajas de herramientas, ciclomotores transformados en almacenes rodantes; buses, camiones y “zorras”, tahúres y vividores, todo esto rodea a La Favorita, uno de los barrios más antiguos ubicado en el centro de la capital colombiana.

Génesis

Conocí este barrio cuando tenía quince o dieciséis años gracias a mi hermano, en un día nublado cuando me insistió para acompañarlo a hacer una de sus tantas “vueltas”. Él había comprado su motocicleta tres años atrás –una Bws Yamaha 125- para poder transportarse más fácilmente a las oficinas de Contac Center de la empresa ETB, ubicadas sobre la avenida Las Américas, en donde trabajaba en aquel entonces. En ese instante noté que mi hermano guardaba su motocicleta en uno de los tantos moto-parqueaderos que hay en el barrio La Favorita, aunque en ese momento no sabía que aquel sector se llamaba así.

La primera impresión que tuve no fue para nada positiva, pues el aspecto del sector se veía bastante deplorable. Era imposible ignorar –mientras entrábamos al barrio- la gran aglomeración de motocicletas que transitan a diario en este lugar. Llegando al parqueadero -en donde guardaríamos la moto para dirigirnos desde ahí al negocio de un socio de mi hermano, ubicado sobre la Avenida Jiménez- noté que la fachada de la casa en donde estacionaríamos tenía un aspecto bastante colonial, aunque al entrar percibí que su interior fue modificado por completo para adaptarse a las necesidades que exigen estos establecimientos.

Ilustración 1 foto: Conexión Capital

Suena difícil imaginar que uno de los barrios más antiguos y pudientes de la ciudad pasó a ser epicentro de microtráfico, hurtos, delincuencia, asesinatos y extorsión, factores que nutren este caldo de cultivo y promueven la inseguridad, como afirma un trabajador del sector quien asegura que son situaciones frecuentes en la zona: “Aquí se ve pasar a los extorsionistas que roban las motos y llaman a los dueños para que les den plata para devolverlas. Eso todo el mundo lo sabe. Los avisos están en los postes”.

Una joya olvidada del patrimonio

El barrio La Favorita es un claro ejemplo de las consecuencias que acarreó la modernidad en la ciudad y la falta de políticas urbanas claramente encaminadas a la recuperación de las primeras zonas y al patrimonio cultural de la vida santafereña. El desinterés y la negligencia por parte de las autoridades para tomar el control de la zona y solucionar las problemáticas sociales ha hecho que este lugar se haya transformado en el espacio de los imaginarios, de los habitantes sin nombre, de lo invisible. Es un barrio que pide a gritos una reconstrucción social y que depende de las políticas distritales concretas, como el Plan Centro.

Agradeceré toda la vida a mi hermano por haberme insistido esa tarde, porque conocí una cara hermosa y olvidada de Bogotá, porque me fui aquel día sin saber que años más tarde tendría que volver y porque al final nunca supe que lo único que me quedaría de mi hermano serían estos recuerdos, pues lo perdí aquel cuatro de enero del 2020 debido al flagelo del suicidio.

Gracias Pablito…

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