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«Cuando las mujeres rompen el techo de cristal, están abriendo puertas para generaciones futuras y creando un mundo más justo y equitativo»

La violencia de género es una preocupación constante en nuestra sociedad y no podemos ser ajenos a ella; entre más elementos de reflexión y análisis poseamos, nos ayudarán a comprender esta realidad de una manera amplia y quizás, encontremos también luces para enfrentarla. En esta oportunidad nos adentraremos en un análisis particular, teniendo como punto de referencia el denominado “techo de cristal”.

Y, ¿Qué es el techo de cristal?

Una forma de abordar la violencia de género es a través del llamado “techo de cristal”, que es un concepto socio-psicológico que hace referencia a aquellas barreras invisibles que impiden a las mujeres alcanzar puestos de liderazgo y tomar decisiones importantes en diversos ámbitos de la vida. Estas barreras, pueden pasar desapercibidas en los diversos entornos o simplemente son prolongadas por medio de estructuras que mantienen históricamente una soterrada violencia de género, con la imposición de estereotipos y roles que sesgan las relaciones sociales.

Por ejemplo, el más común es el de seguir legitimando el concepto cultural que encasilla a las mujeres en roles tradicionales, como el cuidado de la familia, hecho que cierra de paso el acceso a puestos de liderazgo y responsabilidad. Es triste ver que muchas mujeres deben humillarse ante su pareja para pedirle permiso para estudiar, emprender liderazgos y/o emprendimientos. Esto se sigue dando y más de lo que imaginamos.

En contexto, el techo de cristal representa un obstáculo que dificulta la erradicación de una forma de violencia psicológica, que se traduce en maltrato, acoso y manipulación, hecho que hace más difícil, la consecución de la igualdad de género.

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¿En qué hechos se manifiesta el “techo de cristal”?

En primer lugar, se manifiesta en la falta de representación femenina en los espacios de toma de decisiones y en los cargos de poder. A pesar ciertos avances en la lucha por la igualdad de género, las mujeres todavía enfrentan dificultades para acceder a posiciones de liderazgo en el ámbito político, empresarial y social. Este hecho, limita la capacidad de las mujeres para influir en las políticas y medidas que abordan la violencia de género, perpetuando así la desigualdad y las barreras existentes.

En segundo lugar, el techo de cristal se refleja cuando se hace poco visible en escenarios como la violencia doméstica, la violación y el acoso sexual que son minimizados o se consideran asuntos privados, lo que dificulta su reconocimiento y prevención efectiva.

En tercer lugar, el techo de cristal se manifiesta en la falta de recursos y apoyo para las víctimas de violencia de género. Las mujeres que se encuentran en situaciones de abuso a menudo enfrentan barreras económicas, sociales y legales que limitan su capacidad para escapar de la violencia y buscar ayuda.

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En cuarto lugar, el techo de cristal se manifiesta en hechos de discriminación y de prejuicios inconscientes; a menudo, existe una discriminación sutil pero arraigada hacia las mujeres en el lugar de trabajo. Los prejuicios inconscientes pueden llevar a decisiones sesgadas en los procesos de contratación, promoción y asignación de tareas, lo que afecta negativamente las oportunidades de las mujeres para avanzar en sus carreras.

Como conclusión se podría afirmar que el techo de cristal es un fenómeno complejo que requiere toda la atención. Para superar estas barreras, es fundamental abordar los aspectos estructurales y culturales que perpetúan la desigualdad y la violencia. Es necesario fomentar la participación activa de las mujeres en los espacios de toma de decisiones, promover la educación en igualdad de género y sensibilizar a la sociedad en general sobre la importancia de erradicar la violencia contra las mujeres.

¿Qué otros “techos de cristal has descubierto en tu entorno?

Te invito a ver este video para profundizar más en lo que se denomina “techo de cristal”

Por Luis Daniel Londoño Silva

Máster en Violencia Doméstica y de Género. Licenciado en teología, escritor y comunicador.

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