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«La masacre de las bananeras es el ejemplo más dramático de la violencia indiscriminada ejercida contra el movimiento obrero en Colombia». Historiadores y estudiosos del tema han resaltado la relevancia de esta masacre en la historia del movimiento obrero colombiano«
Por Jorge Luis González Ruiz – jorgegonzalez.cst@gmail.com
Vuelve la violencia a ser parte de los principales titulares en Colombia y es imposible no hacer memoria de una fecha que sirve como referente de la situación de nuestro país, una narración que nace a finales de la década de los años 1920 en la costa atlántica, pero que está presente debido a los vestigios que aún repercuten en la actualidad de nuestro país.
Después del año 1492 se introduce en los trópicos americanos un producto que emergió en el continente asiático, el banano. De inmediato en lo que corresponde a Colombia las tierras del magdalena se convirtieron en las predilectas para la agricultura, es por ello que hacia finales del XIX la siembra de este producto se popularizo por las familias adineradas de santa marta y de ciénaga debido a la alta demanda de este producto en estados unidos y parte de Europa, lugares donde apenas se iniciaba el consumo de esta fruta.
Fue una época de creciente económia en el país, se había terminado la guerra de los mil días y Panamá recién se había vendido a estados unidos, esta misma nación norte americana se había convertido en el principal cliente para las exportaciones de café y banano a través de la compañía United Fruit Company, la empresa de estados unidos encargada de exportar el banano del departamento de magdalena.
Todo parecía ir en un constante crecimiento y armonía hasta que los obreros trabajadores de la United Frruit Company decidieron manifestarse de manera pacífica por las pésimas condiciones laborales que les imponía la empresa norteamericana y en ese momento comenzaría una página que marcaría a Colombia de la manera más trágica posible.
Entre la noche del 5 y el 6 de diciembre de 1928 en ciénaga magdalena fueron asesinadas más de 1000 personas que protestaban en contra de las políticas de la empresa, las más de mil personas se pusieron cita en la estación de ferrocarril de ciénaga con la esperanza de tener una conversación con el gobernador del departamento que según varias fuentes se acercaría hasta este punto para dialogar.
El rumor resulto ser falso, el gobernador nunca llego y los miles de obreros que lo esperaban comenzaron a alborotar los ánimos entre los participantes, se dice que había mucho licor en el lugar y que por ello los ánimos se pusieron tan hostiles en contra de los militares recién llegados al departamento por orden del general que extrañamente sustituyo a los cienagueros que servían de guardia en ese entonces, con militares extranjeros.
Con alcohol en la sangre y un descontento por parte de los obreros era imposible no vaticinar el conflicto. Bajo la orden del general Carlos Cortes Vargas, los militares abrieron fuego en contra de los manifestantes, apilando los muertos en las calles de ciénaga magdalena. Nunca hubo una respuesta clara por parte del gobierno conservador de la época Miguel Abadía Méndez, quien era el máximo comandante de las fuerzas armadas cumpliendo su función como presidente de la República.

Casi un año después de esta masacre que no enluto al país acostumbrado a la guerra, el 8 de junio de 1929 se realizó una protesta por parte de los estudiantes de la universidad nacional la cual era liderada por el estudiante de derecho Gonzalo Bravo Pérez, quien tuvo un desenlace trágico igual que algunos de los estudiantes que fueron asesinados en las inmediaciones de la plaza de bolívar lugar donde se concentraría la movilización, la policía dio como responsables a los estudiantes por atentar contra la vida de los uniformados, mientras que el resto de la ciudadanía señalo al gobierno de miguel Abadía Méndez como único responsable de el asesinato de el estudiante.
Es por ello que el cada 8 de junio en Colombia se conmemora el día del estudiante, una conmemoración con origen trágicos pero que nos ayuda para hacer una retrospectiva sobre las acciones que ha tomado el gobierno para silenciar a los más débiles que intentan agitar las manos en contra de las injusticias que se presentan en la república de Colombia.
Es quizás una caricatura original sobre el abandono del estado, sobre la deficiencia en la dura tarea de cuidar a su población. Es un episodio que hace parte del recuento de masacres en contra de la población vulnerable y de la cual el estado es cómplice directo, bien sea por colaboración en los hechos y por hacerle giño a las bandas u organizaciones que efectúan estos propósitos con el único destino de lucrarse los bolsillos, o por dejar pasar por alto cada una de las situaciones y hacerlas parte del olvido, ese mismo olvido al que terminamos siendo condenados todos.